EL PRESIDIARIO
La vida de un presidiario
es como el agua que va y que va,
de pronto se encuentra una piedra,
pero la corriente del dolor
no se detiene ahí.
El destino de un presidiario
no se devuelve nunca,
como jamás se devuelve
el agua de los ríos
Por eso tengo que lanzar para adelante,
el corazón a lo que fuera
pero con todas mis fuerzas.
Porque ya no quiero seguir
permitiendo...
que la lluvia caiga sobre mi sin sentirlo.
De ser sordo sin serlo
sin disfrutar su vigorosa invitación a la vida debo ir a su encuentro
dejar de ser el eterno espectador.
El grito de un presidiario
salta como una flecha
y se queda clavada en la montaña aquella, y nuevamente siento..
que presurosos acuden a mi memoria trozos de mi vida
y desparramados aquí…
Y me sobre cojo y me indigno
mi delito
me produce tanta pena,
Si hombre o mujer que escuchas
todo esto,
te pido por favor
no lo tomes como un puñado de gastadas palabras,
porque tampoco es una plegaria a la amargura
pero, recordar cuesta tanto y duele tanto.
También debo decirte que mis palabras son y serán siempre de cara al temporal porque el corazón
de un presidiario desterrado
siempre a esta está
extraña oscuridad sabe que él también puede sonreír y más…
Porque este sub mundo engendrado por los de arriba, podrá retener y vejar mi cuerpo, pero jamás mis pensamientos y esa sonrisa acaso llegue mucho más arriba que la montaña aquella…
Y ya no importara que la corriente del dolor no se detenga y ya no importara que nuestros pasos no se devuelvan nunca porque siempre habrá un corazón para lanzar hacia delante a lo que fuera pero con todas mis fuerzas.
Anónimo